Fórmula de aromaterapia para el resfriado: acúfeno y vida

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Mi sueño generalmente ha tenido un comportamiento: caigo a la cama con sueño, me duermo a la primera, me despierto un ratito y luego lo concilio otra vez hasta la mañana, durmiendo pesadamente.  Cuando he tenido trastornos con el sueño (muy pocas veces), llego hasta la primera fase y ya: me duermo a la primera y luego me cuesta una hora, más o menos, para conciliarlo.

Con el acúfeno al principio, viví uno de los mayores trastornos de sueño que he tenido.  Ni siquiera llegaba hasta la primera fase y no me dormía sino después de horas.  Afortunadamente, con los tratamientos aplicados para curarme en general, se me han subido las defensas, me embarga una sensación de bienestar muy sabrosa y reparé mi sueño, fuertemente, hasta el punto que me duermo de un tirón hasta el otro día.

Pero ayer sentí malestar, como de gripe, resfriado o fiebre; malestar que me perturbó un poco el inicio del sueño.  Lo atribuí al ayuno del día (por mi hidroterapia de colon), debilitante.  Hacia las nueve de la noche estaba teniendo tos y dolor para toser, además de flema, y sentía una molestia generalizada en el cuerpo.  El clásico cuadro de una gripe.

Entonces me puse en acción.  Me fui a la botica que tengo aquí en casa y me preparé un aroma para lámpara difusora para mitigar los síntomas molestos del cuadro que presentaba.  Es decir, recurrí a la aromaterapia y me aplique lo que he aprendido.  Coloqué el aroma encendido en la lámpara para toda la noche, aunque en realidad tiene una duración de una hora a lo más (dormido ya no me levanto para apagarla).

Los resultados fueron fabulosos y estoy sorprendido.  Casi de inmediato cesó el malestar de tos dolorosa y hacia la mañana no presentaba tos alguna, menos dolor; pero lo más importante que remitió fue la flema.  Estaba seco.  Si yo tosía, lo hacía secamente.  Sólo presento ahora el malestar corporal, como cuando a uno le dará fiebre.  Pero, fuera de ello, estoy bien.

Ahorita en la mañana les he comunicado a mis amigos y familia mis hallazgos, los ingredientes de mi fórmula mágica para ayudar a paliar los molestos síntomas de la presunta enfermedad (estos amigos míos me extrañan, porque he cambiado mucho).  Para los interesados, los aceites esenciales aromaterapéuticos utilizados en la fórmula son los que siguen:  aceite de naranja, eucalipto, enebro, pino, albahaca, palo de rosa y benjuí.

Mi esposa se paró varias veces por unos olvidos y me despertó.  La acusé de quitarme el sueño con sus barullos, pero me parece que fue injusto porque la fórmula contuvo algunos ingredientes estimulante como para entorpecerme el sueño, tales como la albahaca, el enebro y la naranja.  Repito:  me perturbó al principio, y ello ha de dar una idea de la hora de uso del aroma, lo más alejado de la hora de dormir, tres horas antes, si es posible.

Entre otras cosas que le dije a mi compañera fue que me acostaba con mucho sueño para dormirme de inmediato y no tener que lidiar con el acúfeno en estado de conciencia; que cuando perdía el sueño y me costaba conciliarlo, tenía que realmente lidiar con los ruidos, especialmente a esas horas de la noche que se oyen más.  Mas me dormí rápido, aunque no tanto como hubiera querido.

Aromaterapia, vida diaria y acúfeno

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Ayer tuve movida.  Hice diligencias en la tarde, después de los masajes Ceragem, que ahora procuro aplicármelos consecutivamente durante tres días (martes, miércoles y jueves).

Hice unos arreglos en casa, compré unas luces, entre otros detalles.

En los presentes momentos estoy en medio de una ayuna a base de agua de coco y peras, condición requerida por la homeópata antes de verme esta tarde a las 2:00.  Me reevaluara, después de dos semanas de empezar la dieta. El ayuno lo empecé ayer al mediodía.  Cumplo en estos momentos que escribo unas dieciocho horas.

Debo manifestar que no he sentido molestia alguna, ni ansiedad ni hambre.   El agua de coco como que tiene un efecto de saciedad, inhibidor del apetito, dado que hambre es lo que menos he sentido.

Por el contrario a molestias o ansiedades, en los últimos días, a pesar de la mal momento del resfriado, he estado excelentemente de salud.   Sobremanera ayer que, no obstante el ajetreo y el acúfeno, experimentaba una fortaleza increíble, un sentimiento de salud muy reconfortante.  Y lo atribuyo precisamente a lo que estoy haciendo, a la dieta depuradora y vegetariana que me aplico, a los medicamentos que la acompañan y, especialmente, a los componentes de aromaterapia que me preparo, unos para la relajación, otros para el resfriado, otros para la creatividad, intuición, etc.

Por ejemplo, desde que me aplico un compuesto de aromas en el difusor nocturno contra el resfriado, he dormido extraordinariamente bien.  Mi nariz se destapó, mis vías respiratorias permanecen amplias, limpias, normalmente húmedas y captan la oxigenación necesaria a satisfacción.  Pero no es sólo eso:  de ánimo he estado magníficamente estable, tranquilo, y podría atribuirlo a otros efectos colaterales de relajación de las fragancias vegetales.  El incienso, el geranio, la lavanda, la manzanilla, el azahar, la rosa, el Ylang ylan y el sándalo son ingredientes que he utilizado y que poseen un reconocido efecto relajante.

Otro ejemplo:  yo utilizo para mi hora de escribir dos compuestos estimulantes y relajantes a un tiempo:  uno para la creatividad y otro para la intuición.  Son preparados para difusor, para esparcir en el ambiente su fragancia.  Me los aplico durante toda la mañana, sea untado sobre la piel o como aceite para impregnar el ambiente mediante la lámpara difusora.  El compuesto para la creatividad es fuerte, bastante estimulante y puede alborotar molestamente la cabeza si se elabora muy densamente.

Ayer nomás rendí bastante en mi jornada de escritos: escribí dos artículos de análisis políticos de forma consecutiva, además de otros que desarrollo de forma inédita.

Y hablando de flores de Bach, tomo unas gotitas de Rock Water, para serenar y evitar la autopresión a la que uno se puede someter en función del logro de objetivos, para evitar la ansiedad antes tantas que uno quiere y tiene que hacer.

Digo, también, que mi sensibilidad hacia el acúfeno ha sido muy baja, al grado que he podido disfrutar de momentos sin oírlo.  Por supuesto, él siempre está allí; basta que yo lo conciencie para oírlo.  Yo siempre lo oigo, pero ayer me ocupé tanto, escribí bastante, leí tan a gusto que no le quedó otra opción que dejar de existir por momentos, aflojando un poco la garra perenne que practica sobre mí.

Distrayendo el acúfeno y descubriendo la cómida árabe.

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Ayer sábado me paré temprano y no tuve ocasión de referir mi día viernes.  Tuve que obligarme a salir temprano para comprar algunas esencias de plantas que me han resultado difíciles de conseguir en apoyo a mis estudios de aromaterapia.  Andando de tienda naturista en tienda, conseguí en lugares diferentes azahar y mirra; y de un sólo tiro, en una especie de feria, esencias de aceite de geranio, pachulí y enebro.  Fue una buena incursión en las tiendas, porque no se consiguen todas las esencias en un sólo punto.

En una tienda especialidad y costosa, me hice con esencia de aceite de incienso, árbol del té y palo de rosa, todas importadas (la marca Tisserand).  Tomé información sobre unos adiestramientos, comí shawarma de regreso en El Arabito, de la Av. Casanova y me vine disparado hasta mi odontólogo, quien me atendió como a las 2:30 PM.  Después conduje durante tres mi carro y, sin hacer escala en mi acostumbrada plaza O`Leary, me fui directo a casa.

En la noche, tuve problemas para conciliar el sueño.  Me acosté a la 1:30 y supongo concilié por ahí a las dos y pico.  Me levanté a las 8:30.  Estoy creyendo que lo que me perturba el sueño es el basurero del polvo callejero que aspiro cuando conduzco y el mismo ajetreo del manejo.  Pero es algo que no podría aseverar con certeza (hoy lo compruebo), porque, poco antes de dormir, cuando ya tenía sueño, me forcé a preparar unas esencias y me la impresión que los olores de plantas que manipulé pudieron afectarme.

Muchas son estimulantes, tan fuertes que pueden volver a un desmayado de su desvanecimiento.  Como a la 1:00 AM terminé de preparar un tonificador para la piel reseca (que regalaré a una hermana) y un rociador para serenar e inducir el sueño, que regalaré a unos amigos.

Y hablando del viernes, ¿qué puedo decir?  Fue rutinario, como el jueves.  La diferencia del día sería el yoga y el manejo del vehículo en la noche, cosa esta última que no hice por ir a explorar la comida árabe y caminar un rato.  Respecto de la comida, no salí de lo conocido:  pan árabe, claras de huevo, medicamentos, pescado, granos, vitaminas, plátano, pera y ahora shawarma que, en definitiva, incorporaré a mi dieta por ser tan sabrosa, sana y económica.  Fui a la plaza desde las 8:00 hasta las diez.  Dormí de maravilla.

¿Qué puedo decir, en general?  He aprendido a relegar a roles no protagónicos mi acúfeno, pudiendo conversar, pensar sin percartarme de que está allí, hasta que caigo en cuenta de él.  No he medido mi acúfeno en decibeles, pero sé que es alto, inmutable, en ambos oídos.  Ojala se me haga como un detalle del paísaje, que uno mira pero no ve; o como la lluvia, que uno la siente al principio en sus goterones y luego, a fuer de habituación, pierde la cuenta de que cae.  Supongo, de acuerdo a la literatura y a una de sus recomendaciones (habituación), que está es una de las ideas de cura:  olvidarlo, combatirlo con olvido.

Para ello, hasta donde yo he avanzado,  me ha resultado útil la lectura y la investigación, en especial la escritura.  Me olvido del ogro mientras escribo, incluso, por sorprendente que parezca, pasa cuando escribo este diario, que es sobre la vida de un afectado por acúfeno.

Día corriente y aromaterapia

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Día corriente el de ayer, con nada extraordinario fuera de que he sentido más fortaleza para enfrentar mi acúfeno, es decir, sin que él haya bajado su sonoridad yo le lo voy obviando y como relegándolo a un plano secundario.  Le he quitado fuerzas, aunque el siga empeñado en sonar, como suena de igual, sin variación.  Yo descubro su igual potencia cuando mi mente se pone vaga y cuando el silencio exterior se hace intenso.

Me levanté a las 8:30 AM, me ejercité rutinariamente, tomé la medicación, desayuné claras de huevo, pan árabe y avena; me puse la mascarilla a las 11:45, escribí hasta las 2:30 PM (deportivas esta vez), almorcé pescado y mi sempiterno arroz, más ensalada; fui a mi acostumbrada plaza hasta las 10:00, donde continué mis estudios sobre aromaterapia; cené pescado nuevamente y comí yogurt.  Me acosté a la 1:00 AM y me sumí de inmediato en el sueño.

Lo único diferente que hice fue caminar un rato por el mercado buscando unos envases con spray para preparar mis compuestos aromáticos, que ya me han pedido algunos parientes.  Incluso, he pensado venderlos módicamente a los conocidos.

A pesar de tener un pequeño problema de respiración (tabique desviado), suelo dormir con profundidad.  Caigo como piedra regularmente, a pesar del concierto de chicharras que porto en mis oídos.  Claro, tengo mis excepciones, cuando me desequilibro un pelín, y me cuesta entonces conciliar el sueño.  Pero es raro.

Yo induzco mi sueño con algunos trucos y aromas.  Utilizó un poco de sándalo en mi habitación, hiervo albahaca dentro de la misma habitación y dejo que se llene de su fragancia y, especialmente, rocío sobre mi cama y almohada una mezcla aromaterapéutica para dormir que preparo yo mismo:  Ilang-Ilang, manzanilla, naranja y lavanda en agua destilada.  Es una fragancia muy dulce que relaja, y es la fragancia que he empezado a distribuir entre mis amistades y que pronto, si me siguen pidiendo, empezaré a cobrarles el costo.

Para ejemplificar por dónde va esto de los aromas para ayudar a las persona, les refiero que mañana viene una de mis hermanas a buscar una composición que le haré para tonificar la piel del rostro y tratar su resequedad facial.  Hoy tengo el compromiso de comprar unas esencias de aceite:  palo de rosa e incienso.

Las fragancias y aromas, las plantas y sus aceites, tienen más poder de lo que uno se imagina en el organismo.  Penetran y van al torrente sanguíneo (vía pulmones o piel, mediante masajes), aplicándose en el cuerpo sobre aquello para lo que se destinan:  relajantes, broncodilatación, vías respiratorias, fortaleza mental, estrés, insomnio, miedos, desconfianza, sistema inmune, etc.

Vuelta a la “normalidad”, aunque con amago de dolor de cabeza

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El acúfeno ayer lunes amaneció más o menos suave.  Me dejo, pues, escribir en la mañana, permitiéndome obviarle a un segundo plano.  Ocurre que cuando mi mente está distraída con ideas y exploraciones el acúfeno, que siempre está presente, remite.  No digo que desaparezca “físicamente” hablando, sino que no le hago caso, no pienso en él, no lo oigo a pedazos, aunque siempre tenga la conciencia de que está ahí de todos modos, sonando interminablemente.  De cualquier modo es un alivio y, hasta donde lo tolere, escribo.  En fin, lo pude someter durante la mañana, aplicándole mi dosis de indiferencia.

Debo considerar que pude dormir bien, aunque me haya constado un poco conciliar el sueño, por ahí como a las 12:30 AM.  Debo decir, también, que es algo nuevo para mí, dado que yo estaba acostumbrado a dormir a las 2:00 de la madrugada.  Ahora, con nuevo acúfeno, nueva vida.

También cumplí antes mi maniática rutina de ir a la plaza O’Leary antes de llegar a casa, para descansar del pitido con el ruido enmascarante de las fuentes de agua.  No manejé el carro, ni cansé tan fuertemente como ocurre cuando lo hago, tragando el humo y polvo de la ciudad.  Fui al yoga, como es habitual los lunes, y allá me sometí a una serie fuerte de ejercicios.

A propósito del vehículo y su manejo, podría ser que se esté confirmando mi teoría de que no me resulta saludable conducirlo, al menos durante tantas horas.  Como les dije, cuando conduje el carro y lo ruleteé, como consecuencia (al parecer) mi acúfeno se sublevó.  Pero sigo con la indagación.  Está semana manejaré otra vez el carro, el viernes por la noche, el sábado y el domingo.  Veremos.

Finalmente, doy una relación de mis alimentos:  desayuno con requesón, bollos de harina Mazorca y avena; almuerzo arroz con pollo, aliñado; ceno pollo con pan árabe y avena, más un jugo de guanábana.

Anoto que el amago de un dolor de cabeza me ronda, desde hace dos días.  Soy duro para sentir dolores de cabeza (ni siquiera cuando se me inflamador los oídos con la otitis los sentí) y el asunto me extraña.  Mejor dicho, me inquieta.  He leído que los afectados por tinnitus suelen sentir dolores de cabeza, además de oído.  Yo no los he sentido, pero estoy a la expectativa de mi cuerpo para prevenirme.  En mis adentros, arguyo que estoy tomando medicamentos y ellos podrían ser los responsables de un eventual dolor, en caso de desatarse.  En el reporte “Lo que estoy tomando por recomendación de lecturas y holista” relato lo que estoy consumiendo en este trance de fortalecer el sistema inmunológico, limpiar mi cuerpo y complementarlo con vitaminas y minerales.

A algunos se les ha vencido la posología, especialmente los naturistas; de estos, estoy tomando dos:  uno para el sistema inmunológico y el otro antibiótico y antiséptico para las vías respiratorias.  El resto son vitaminas y minerales:  aceite de hígado de bacalao, magnesio, manganeso, polivitamínico, silimarín (para el hígado), ajo.   Y, como dije antes, por mi cuenta, consumo las flores de Bach más la aplicación de unas esencias hechas por mi mismo mediante aromaterapia.

Se ha difundido entre la familia que he estado aprendiendo sobre salud.  Ya tengo unos “encargos” por allí.  Unos con esencias para conciliar el sueño, otros con problemas de manchas en la piel, otros con piel reseca, otros con problemas olfativos.  Vendrá a casa una de mis hermanas a traerme unos libros sobre naturismo y a llevarse un aceite con esencias vegetales para su piel reseca.