Buscando paz, salud: explorando el Chi kung (Qi Gong)

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Como dije, retomando mis actividades, la vida.

He ido ya a dos sesiones de acupuntura y estoy por apuntarme en unas prácticas de chi kung en la escuela Nei-Jing los días martes, semanalmente.  En esta escuela es donde me aplico acupuntura, y aprovecharía el día de la sesión para practicar el chi kung (bueno, presumo que lo dan allí porque me dijeron, ando en averiguaciones).

Leo que la medicina oriental busca el equilibrio integral , es decir, relacionar al ser vivo con su entorno, con sus elementos y otros seres vivos; y para favorecer tal equilibrio echa mano de técnicas como la acupuntura, digitopuntura, moxibustión, masaje, tai chi, chi kung, dietoterapia, balneoterapia y fitoterapia, la más importante…  En el espíritu de la medicina oriental, se busca la prevención, diferenciándose opuestamente al ejercicio de la medicina occidental, que es curativa.

Investigué sobre el chi kung como alternativa para ejercitarme y procurarle salud a mi cuerpo y me llamó bastante la atención, al grado que podría proponérmelo como sustituyo del yoga.  Se práctica una vez a la semana, a diferencia del yoga, que me exige tres sesiones, tiempo del que no dispongo.

“Chi kung” significa manejo del aíre, o sea, es una técnica de ejercitamiento y relajación que se basa en el manejo de la respiración.  Trabaja los tres aspectos básicos del organismo:  cuerpo, mente (corazón) y respiración.

Para mis posibilidades y naturaleza, persona con poco tiempo libre y poco dado al ejercicio físico fuerte o frecuente, el chi kung se hace atractivo en extremo.  Estaré hablando de ello a futuro.

¿Las razones?  Claras: busco salud, depurar mi organismo de cara al porvenir (la vejez inminente, amigos:  quiero tener salud para escribir hasta viejo viejito, si es posible), limpiarlo de cualquier condición que pueda anclar daño a mi organismo, especialmente que pueda anclar el señor acúfeno que me aqueja.

Como manda el blog este donde escribo:  en busca de la felicidad, la vieja condición, en busca del silencio perdido.

Feliz año 2012, aunque sigan sonando las campanas

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He vuelto, después de un rato.  Feliz año 2012 para todos.

Me pasé el diciembre lo más liberal posible.  Comí, bebí, aflojé bastante los criterios del cuido médico y estético, como todo el mundo.  Humano como todo el mundo, parte de la corriente; y si el viento arrecia…, se mueve más rápido el agua.

Pero enero.  Llegamos a enero.  Y, para no variar, como casi todos mis conocidos afectados, continúo con el acúfeno.  Pero es una declaración, no un lamento.  Pura certificación.

Hice mi vida decembrina lo más feliz posible.  Viajé e hice de ermitaño, para equilibrar los extremos.

Descubrí que, fuera de los cuidos extremos que llevaba el año pasado, no necesariamente se te sube el volumen del acúfeno; quiero decir, en medio del mes de diciembre, cuando se aflojan los controles.

Hoy he vuelto a la rutina:  escribir, leer, soñar, trabajar.  He vuelto a los controles:  el régimen en general, el cuido, la dieta, la acupuntura, el ejercicio.  En la busca del silencio perdido, entre otras maravillas, porque el acúfeno continúa igual, cual eterna campana.