Por fin se acabó el cuento de mi tinnitus alto, ya con tres días de duración.  Ayer martes bruscamente se alivió.  ¿Cómo?  Muy simple:  retomando una rutina que se me había suspendido ya durante una semana, no por causa mía sino ajena, por unas especies de días feriados en la escuela donde me aplican la acupuntura.

Fui en la tarde de ayer, entre 3:00 y 4:00 PM, y al rato ya estaba mejor.  Se trata de un alivio magnífico, una consecuente tolerancia de mi organismo al ruido.  Porque el ruido está allí, como digo siempre, al mismo volumen, pero es mi organismo (mi psique) el que lo digiere o no a veces con mayor o menor dificultad.  Su particularidad molesta es la frecuencia, que no el volumen, que permanece constante.

Me explico:  hay veces en que se hace muy agudo, como si se aceleraran las revoluciones de las aspas que lo producen; otras, como ahora, bajan su frecuencia.  Tal es la molestia.  Con una frecuencia baja, como la de ahora (mismo volumen, repito), puedo tolerarlo y apuntar una semisonrisa en mi rostro.

Envuelto de cotidianidad, tomando tantos medicamentos, no acerté el fin de semana pasado a dar con el defecto que me elevaba el acúfeno.  Intenté un análisis.  Me dije primero que era la falta del Ginkgo Biloba, que venía tomando desde hace un mes y que se me acabó; luego especulé con la  arcilla, que no me aplico el fin de semana; después con un medicamento naturista para dormir (Oligo neuro), que olvidé tomar en esos días.  Hasta imaginé que era el mismo fin de semana, con el cambio que entraña para mí después de dejar las salideras con amistades a tomar o comer, y con su rutina ajetreada, diferente a los días de lunes a viernes.  Nada me hizo caer en cuenta en que podía ser la acupuntura, que me aplico una vez semanal.

Y ahora que caigo en cuenta en detalles, me noto que hay otra cosa que he dejado de hacer por cierre de la universidad donde practico:  el yoga.

Pero, a fin de cuentas, para lo que hablo, es la acupuntura el detalle diferencial.  Ayer mismo noté mejoría al aplicármela, hasta hoy, que mi ruido amaneció bajito.  Nueve agujas metidas en tu cuerpo hacen la diferencia, el alivio:  una en cada pie (cerca de cada tobillo), otra en el cogote de la cabeza, una en cada aleta cerca del orificio de los oídos, una por encima y otra por debajo del ombligo, y una entre cada meñique y anular de ambas manos.  Nueve agujas bajan me bajan la frecuencia del ruido y me hacen la vida más tolerable.

Por lo demás, mi ruido estuvo notable desde la mañana, con ejercicios, medicamentos y durante mi sesión lecto-escritora en la computadora.  Jorungué el teclado y la pantalla hasta la 1:30, cuando salí a la calle. Llegué como a las nueve a casa y concilié excelente sueño.